El clásico de Vicente López
quedó a mano. Luego de la extraordinaria victoria de Platense en el Torneo Apertura como visitante, esta vez Vilo impuso
condiciones y ahora aspira a ocupar uno de los puestos de ascenso a Liga de
Honor, que confirmó con el 28-21 en Platense.
Más de 300 se acercaron al gimnasio para ver Platense - VILO, un auténtico clásico de Primera Caballeros |
Platense no tuvo chances de mantener un desarrollo
del juego parejo ya desde el mismo inicio. Parciales de 4-0 y 10-3
condicionaron al local que siempre jugó de atrás debido no sólo a la potencia
en ataque de Vilo, con los hermanos Vieyra como sus mejores ejecutores, sino a
un volumen de juego superior, con buenas combinaciones en la primera línea de
ataque y buscando al pivot de turno para castigar a Platense con exclusiones y penales.
Luego de una diferencia
máxima de 12 goles, Vilo controló el partido, y si bien sobre el final Platense comenzó a achicar la
diferencia, la victoria visitante nunca estuvo en peligro. Para destacar en Platense, el tiro exterior de Mariano
Torea, la correcta transición defensiva que cerró los caminos al contragolpe de
Vilo, y la creciente participación de jugadores de las divisiones inferiores
con cada vez más minutos dentro del campo, con vistas a formar un equipo con
mayores aspiraciones a partir de 2015.
En cuanto a Platense B, el equipo acumuló una nueva
derrota que determinó que el próximo año jugará en la Quinta División. Esta vez
el verdugo fue SAG Lomas B, que se impuso por 32 a 14.
En el comienzo se vio lo
mejor de Platense, que se puso en
ventaja 2-0, pero luego la visita pasó al frente por 4-3. De a poco se fueron
escapando en el marcador con buenas coordinaciones ofensivas y una cerrada
defensa, llegando al descanso con una amplia diferencia de 16-6.
En la segunda etapa, tres
rápidos contraataques de Lomas adelantaron la definición del partido. Luego
sólo quedó tiempo para que corra el reloj para que SAG se imponga con total
justicia. En Platense es importante
destacar el regreso de Fernando Pazos e Ignacio Cofiño.
Colaboración de Horacio Marcelo Bruera Vidal
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