Una de las jornadas más gloriosas que recuerden las Divisiones Inferiores de Platense
Handball. Una página más en tan corta vida. Cuando mucho indicaba que la
pérdida de la categoría era un hecho, Platense
ganó una de las tiras más decisivas de los últimos años con una convicción, una
fortaleza y una claridad como no se lo había visto en mucho tiempo.
Platense Handball en pleno festejando la permanencia en la B
Hace un mes y medio, en la fría noche de Bella Vista, cuando los Cadetes cayeron frente a Municipalidad
de San Miguel luego de ir ganando por 4 goles al comienzo del segundo tiempo,
el descenso a la C estaba prácticamente firmado. Porque en una zona en la que
clasificaban sólo los dos primeros, Platense
estaba más cerca del quinto que del tercero y, promediando el torneo, ya se
había acabado el colchón de puntos que se podía perder. No quedaba otra que
ganar todo lo que quedaba. Y fue lo que finalmente ocurrió.
En un ambiente espectacular, con una convocatoria como nunca antes vista,
los Cadetes salieron a la cancha
sabiendo que su compromiso era el más difícil de la tarde: Instituto Larre era
el líder de la división, mientras que, con 5 victorias y tres derrotas, Platense tenía un ritmo irregular. El
arranque fue para Platense,
contundente en ataque y prolijo en defensa. Pero la situación duró poco.
Desatenciones, ansiedades y errores dejaron a Larre 7 goles arriba a poco del
final de esa primera etapa. Luego del minuto solicitado, Platense intentó volver a ser el del comienzo, pero mentalmente es
difícil volver luego de estar siete goles abajo. El Calamar se las arregló de a
poco y cerró el PT 9-13, mostrando una recuperación.
El segundo tiempo fue terrible. Enzo Fuscaldo clausuró el arco local y
el armado de Platense de a poco fue
confundiendo a Larre. Federico Ladrón de Guevara fue encontrando el arco y
también Tomás Otamendi, quien, al cabo, convirtió el tanto número 20 para el
empate final con el líder. Primer gran resultado de la tarde que pocos
esperaban.
Con el gran aliciente de haber conseguido un gran resultado, los Juveniles encararon el segundo partido
más complicado de la tarde frente a un Larre que llegaba al compromiso final
con un invicto impecable. Y lo que se vivió allí se recordará por mucho tiempo.
Porque Platense aplastó al rival con
un 33-14 inapelable. Platense salió
a jugar este partido como se juegan las verdaderas finales: con agresividad,
con respeto por el rival, con solidaridad, con furia, con ganas de quedarse con
los tres puntos. Y lo fue construyendo a partir del 17-7 del primer tiempo y lo
consolidó en el segundo con muchos minutos y muchos goles de todo el banco de
suplentes. El famoso “la figura fue el equipo” en este caso se aplica
correctamente. Y los tres puntos que se consiguieron de una forma tan rápida e
impensable abrieron la gran puerta al partido de Juniors, a priori, el más factible de los tres.
Los Juniors, ayudados por el
empate en Cadetes, no debían perder
para que Platense festejara. Y cumplieron,
fundamentalmente en el segundo tiempo, luego de una escueta ventaja de 14-12 en
el inicial. Juego, ritmo y efectividad, las claves de la etapa final,
resultaron suficientes para que Platense
se impusiera 33-23 y desatara el gran festejo hacia el atardecer.
Platense permanece en
la B. Un año en el que sufrió muchas bajas en todas sus divisiones, incluyendo
largas ausencias por severas lesiones. Y se recuperó. Ahora enfrenta las
semifinales con otro aire, con otra presencia, habiendo clasificado finalmente
en la primera ubicación entre las dos zonas clasificatorias.
Desde este
espacio queremos agradecer muy especialmente a la gran cantidad de amigos,
familiares y público Calamar que se acercó el sábado en una cantidad inédita a
alentar a los chicos. Y los chicos
devolvieron con creces: la clasificación y el regreso a la B.
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